miércoles, 2 de septiembre de 2015

La Santidad de la abuela Amalia

“… Era lunes. Santomé amanecía bajo una intensa lluvia. El lodo y la hojarasca se amontonaban en el lado sur del atrio parroquial. La cocina de hierro ya estaba en funcionamiento y el calor se hacía un hueco en la casa. Amalia preparaba la cesta de manzanas que debía vender hoy en el mercado de Bueu. No tenía pensado bajar hasta la semana que viene, pero la llegada del frío y de la lluvia había aumentado la venta de tabaco en el almacén y la provisión estaba a punto de acabarse. Era una larga caminata, pero las autoridades habían decidido establecer la distribución de tabaco en Bueu, en lugar de Marín. No era lo mismo. El camino era un poco más complicado. Y con la lluvia tendría que dar un rodeo.






Mientras apuraba una taza de café, llamaron a la puerta. Su hija y sus nietos aun dormían. ¿Quién podía ser? Puede que fueran las niñas, Pilar o Maruja, buscando una gallina perdida. ¡Cada dos por tres aparecían huevos perdidos bajo el hórreo!

Llegó a la puerta en el momento que llamaban por segunda vez. Al abrir y verla llorando, supo que el trayecto hasta Bueu iba a tener que esperar. Dejó su taza y puso al fuego otro café...”



Casa del matrimonio de Ramón Pidre y Amalia Piñeiro




             Amalia Piñeiro Cabanelas, nacida el 13 de marzo de 1905, no era una mujer que pasara inadvertida. Habiendo pasado 47 años de su muerte, aún hoy la recuerdan en Santomé de Piñeiro (Marín-Pontevedra). Todos aquellos que la conocieron se emocionan al hablar de ella. Siempre dispuesta a ayudar, la cocina de hierro de la vieja casa ha sido testigo de confidencias, de consejos, de lágrimas, de ayudas, de bolsas de comida que pasaban de mano en mano, ... Amalia siempre tenía la puerta de su casa abierta para todo aquel que tuviera un problema o  necesitara algo. Siempre sonriendo, siempre generosa…


Nuestra abuela: Amalia Piñeiro Cabanelas

         La muerte de la “pirucha” fue prematura. Un albañil de una obra cercana, que apenas coincidió con ella unas semanas, fue “víctima” de la generosidad de aquella mujer y fue incapaz de ir a su entierro. Y cómo él, muchos vecinos se preguntaban por qué se había ido tan pronto.
         Este verano he tenido la ocasión de estar en la aldea y hablar con varias personas que la conocieron. Todos decían lo mismo: era una santa. Aún no ha nacido en los alrededores persona igual.
        
         Amalia tuvo una niñez y una infancia particular, hija de madre soltera, nunca reconocida legalmente por su padre, pero tratada y querida como una hija por parte de éste. Hasta tal punto que sus hermanastros eran como hermanos para ella y viceversa. Se trataban y actuaban como familia, tal cual. Sin importar reconocimientos legales o apellidos varios.  De hecho, Amalia fue incluida en el testamento de su padre junto al resto de sus hermanastros, como una hija más, querida y reconocida, al menos en el corazón.

         Son apasionantes las historias de los seres queridos que nos han precedido. Es un recorrido por fechas y eventos; pero sobre todo es un recorrido por situaciones y decisiones, sentimientos y relaciones inter-personales; todo ello contextualizado por la época en que esas personas vivieron.
        
         Espero que quien nos lea, nos siga con atención y entusiasmo en esta mirada al pasado.



Parroquia de Santomé de Piñeiro (Marín - Pontevedra)

No hay comentarios:

Publicar un comentario